jueves, 8 de junio de 2017

EL SÍNDROME DE LA RANA HERVIDA


A los correveidiles del empresario les enseñan en las escuelas de negocios lo bien adaptados que estamos los trabajadores para responder a estímulos bruscos o repentinos, ante hechos puntuales que produzcan una lesión y una contestación del grupo. También les enseñan lo mal adaptados que estamos biológicamente a responder a cambios lentos y graduales. Y por se aprovechan. Y eso se lo explican con una metáfora que se llama “el síndrome de la rana hervida” (La Quinta disciplina, P. Senge).

Si ponemos una rana en una olla de agua hirviendo, inmediatamente intenta salir. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados centígrados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida y, finalmente, no está en condiciones de salir de la olla. Aunque nada se lo impide, la rana se queda allí y hierve.

Fijaos bien, esta es la auténtica explicación del nuevo ERE que nos presenta Menéndez (y que por las razones que explicamos seguirá “cronificado”). A este empresario le han contado que los trabajadores tienen, como la rana, muy mal preparado su equipamiento biológico para responder a estímulos constantes, lentos y graduales, o dicho de otra forma tienen una gran capacidad de adaptación creciente al medio. Por eso saben que el mismo 10% que te reducen ahora, tras 4 años de soportar algo injusto, es percibido de forma distinta al 10% que te quitaron cuatro años atrás (y no te digo nada si te “bajan” del 30% al 10%, casi un santo).

El asunto es que todo esto se contempla de forma subjetiva, es decir visto desde la óptica de cada uno de nosotros, incluso de nuestras familias, y tratado a la postre como si de resignación cristiana se tratara. El sindicato en quien cada uno ha confiado para defender su status de trabajador es quien debiera sustituir (o complementar, porque sustituir no siempre es fácil) esta “debilidad” y objetivarla. ¿Cómo?. Pues con las armas del derecho (no hay medidas, ni grandes ni pequeñas, si no existen causas, eso es lo que objetivamente establece la reforma laboral, poco sospechosa de servir a los trabajadores); y los estados contables, aprobados por los accionistas, auditados, depositados en el Registro Mercantil y publicados en la CNMV.

Y después como el de la tele: si tiene pase, pasa; y si no tiene pase NO pasa. Esto es lo ortodoxo en un Sindicato, conocer las leyes aplicables, saber interpretarlas. Conocer los estados contables oficiales, saber interpretarlos; y todo ello al margen, y sin perjuicio del síndrome de la “rana hervida”.

El problema para la plantilla —y correlativa solución para el empresario—, es que en las escuelas sindicales esto NO se enseña. Sólo en las de negocios, que es donde el señorito manda a los suyos. Allí aprenden también que las causas económicas esas de la reforma laboral, poco importa que existan o no, lo importante es que la ley dice que existe presunción de existencia sólo con que los sindicatos “amigos” firmen con el empresario, aunque sea a escondidas.

¿A que ni se os había pasado por la cabeza que nuestro problema es que tenemos sindicalistas negociando con el síndrome de la rana hervida?


¿O será otro síndrome?.

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