martes, 7 de febrero de 2017

EL MINISTERIO DEL AMOR

El Ministerio del Amor

El nuevo inquilino de la Casa Blanca americana ha vuelto a poner de moda a G.Orwell y a su novela “1984”. Deben haber pensado los yanquis que las primeras decisiones de su nuevo líder les sitúa cada vez más cerca del mundo de ficción de la novela y tal vez quieran saber cómo van a acabar si siguen por esa vía.

Pero los objetivos de control absoluto no son patrimonio exclusivo ni de los presidentes americanos ni de la ficción de Orwell. A poco que nos fijemos podemos observar a nuestro alrededor determinados rasgos, intentos de control absolutista fuertemente centralizados donde una oligarquía, tipo el Partido del Gran Hermano de Orwell, despliega sus efectos. Fijémonos si no en el paralelismo que existe en nuestra empresa con el mundo distópico de Orwell.

En LBK existe todo un mundo de centralidad (el Partido del Gran Hermano) que vigila, supervisa y controla a todo un ejército de trabajadores para que nadie se mueva del pensamiento único. Para ello han desarrollado herramientas que en la neolengua corporativa se llaman “evaluaciones del desempeño” y en las que, con total desprecio a principios fundamentales como la prohibición de indefensión, el respeto a la verdad, los códigos éticos, la libertad de expresión u otros, se orquesta todo un aparato de reeducación (algo así como el Ministerio del Amor orweliano) mediante el correspondiente despliegue de representantes locales que tienen como función devolver a los desviados del pensamiento único al redil.

Esta red clientelar (a modo de “policías del pensamiento” de Orwell) usan y abusan de esta evaluación con el único fin de “medrar” ante sus Jefes del Ministerio del Amor. Si os parece que estamos exagerando, atentos a la última de uno de estos “policías” que opera en Cantabria bajo el título de “Director de la Unidad territorial de Recuperaciones”, quien no ha tenido el más mínimo rubor en asaetear por la espalda a uno de los trabajadores a sus órdenes, el también Presidente del Comité de Empresa de servicios centrales en Santander.

Debió pensar que no podía dejar pasar la oportunidad de ascender en ese Ministerio del Amor yendo de caza mayor. Un sindicalista. Nuestro valiente “policía del pensamiento” nunca había mostrado queja sobre el comportamiento profesional de Jesús, ni verbal ni escrita. Pero tener en el punto de mira a un sindicalista (los “enemigos del pueblo” en la ficción orweliana) y dejarle escapar sería tanto como una oportunidad desaprovechada. Y no la dejó pasar.

Además de no tener queja previa alguna sobre él, se impide que el evaluado pueda defenderse de lo que se le acusa, no citándole para la evaluación. Poco importa que la prohibición de indefensión sea un derecho fundamentalísimo. Poco importa que, incluso en las normas de su Ministerio del Amor, se recoja tal derecho.
Eso de los derechos son gilipolleces— debió pensar nuestro valiente “policía” mientras desgranaba en el Informe de Jesús —y a sus espaldas— toda suerte de descalificaciones sin prueba, conclusiones sin argumentos o subjetividades mendaces.

Concluido el trabajo debió reparar en que estas descalificaciones profesionales sin fundamento no serían suficientes para el Ministerio del Amor y no dudó ni un momento en acusar al Presidente del Comité de Empresa de interrumpir su trabajo con su actividad sindical.

Resultaba imprescindible que los dirigentes del Ministerio del Amor supieran lo valiente policía de provincias que era. Y es que con un “proleta” de los de abajo se mete cualquiera, pero hay que tenerlos bien puestos para lancear a un sindicalista, aunque sea por la espalda.

Por eso nuestro “policía del pensamiento” no se conformó con descalificar sin antecedentes, con discriminar profesionalmente a un trabajador aludiendo a su función sindical, ni siquiera en hacerlo abusando de la indefensión de Jesús. Seguramente aturdido por algo parecido a los “Dos Minutos de Odio” orwelianos no reparó en que sus descalificaciones profesionales —“más bien resta mucho dentro de la unidad de recuperaciones”, dice— estaban referidas a la evaluación del desempeño correspondiente a 2015, año en que evaluador y evaluado ¡¡no trabajaban juntos!!.

Enhorabuena, valiente policía del régimen. Ya consumaste tu obra. Tus jefes habrán tomado buena nota de tus servicios.

Pero no olvides que enturbiar el buen nombre de Jesús es tarea casi tan ardua como limpiar el tuyo.




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