La
senda del tiempo
Hace algunos meses (Ene.2015)
el Presidente de LBK, Sr. Rivero, proclamaba a los cuatro vientos lo importante
que era la Responsabilidad Social Corporativa en las empresas (RSC), una
especie de rendición de cuentas del empresario no sólo a los accionistas sino
también al resto de partes interesadas en la empresa, trabajadores, medio
ambiente, sociedad en general e instituciones públicas, lo que viene llamándose
en el argot stakeholders. Hasta ahí
todo bien. Es decir mal, porque anunció que todo esto era tan importante que “Liberbank acaba de crear un departamento con
el fin de seguir en la senda del buen gobierno” y nunca más se supo,
claro.
En Agosto de este mismo año
el emérito economista, especializado en contabilidad eso sí, se ha destapado en
unos cursos de verano con una teoría completamente opuesta, lo que nos hace
pensar en CSICA que en lugar de la “senda del buen gobierno” tal vez resultaría
más adecuado hablar de la “senda del tiempo”— ya saben, aquel tema de los
celtas cortos que dice “A veces llega un
momento en que te haces viejo de repente….”—, porque las boutades que se ha largado el vetusto
profesor nada tienen que ver con la RSC. Son totalmente contradictorias.
No sabemos que habrá pasado
entre uno y otro posicionamiento pero podría ser que el profesor Rivero ha
abrazado abiertamente las teorías del Consejero Delegado, que ya se sabe que el
que anda con cojos se le pegan los meneos.
En estas jornadas de La
Granda Rivero se ha liado la manta a la cabeza y ha hecho una especie de mix
entre el utilitarismo de hace tres siglos y el liberalismo libertario de hace
uno y que podría definirse como cualquier cosa que genere valor añadido,
utilidad, es buena para la colectividad, conjunto de roles individuales donde
el Estado sólo hace recaudar y estorbar.
- "¿Qué extraño concepto es ese de 'empleado por cuenta ajena'?
- ¿Qué es eso de 'irse al paro'?"
se preguntaba Rivero antes de
comenzar a desgranar su teoría sobre cómo deben actuar las empresas ante la
situación actual. "Las
empresas son generadoras de valor añadido y cada una de sus piezas, incluidos
los trabajadores, deben hacer su aportación a ese objetivo", dijo,
para a continuación meterse de lleno con el motivo principal de su disertación:
“el empleado ya no es tal sino un
proveedor de servicios”.
Ahí queda eso.
En opinión del viejo profesor (esto lo
borramos, que el título está registrado a nombre de uno que lo merecía) cuando
el capitalista propietario de la empresa necesita manos para sus propios fines,
ganar dinero, en lugar de hacer un contrato de trabajo pues hace un contrato de
servicios “¿Y qué hacemos con el
proveedor de manzanas cuando dejamos de necesitar manzanas porque queremos otra
fruta?” se preguntaba, para inmediatamente contestarse: “Pues
cambiarlo”. Ahí es donde quería llegar él. La reflexión anterior es
meramente argumentativa. Cambiarlo, versión culta del vulgar al que moleste, a tomar por culo.
Culminó su sesuda, y revolucionaria, reflexión advirtiendo
que “la empresa debe retribuir a cada
empleado (proveedor de servicios laborales) en consonancia al valor añadido que
reporta”. Aquí se le fue la mano porque si esto fuera verdad ¿por qué él se
cobra sus 100.000 eurazos llueva o haga sol?. Cuando los beneficios se despeñan
(año 2012) el cobró lo mismo mientras a algunos nos quitaban la mitad de los
ingresos, y cuando la cotización de la acción de LBK parece un despeñadero el
sigue pillando. Consejos vendo y para mí no tengo.
Remachó la faena hablando del Estado. Debió pensar Rivero que
toda esta parafernalia de cambiar los trabajadores por cuenta ajena (principio
de ajenidad del derecho del trabajo que tardó en construirse unos 300 años
hasta llegar a conformar una nueva rama del Derecho) por autónomos no iba a ser
posible por el maldito Estado que está ahí con sus leyes tocando los
co….razones. Eso que él mismo llama intervencionismo
político y que califica como “el
mayor enemigo de una ventaja competitiva” y que se manifiesta mediante “la existencia de normas” que sólo sirven
para “reducir el margen para generar las
primeras” (las ventajas).
Para rematar la faena (recuérdese que es catedrático de economía y Presidente de una entidad financiera con abundantes ayudas del Estado y no un venerable abuelo que le da de comer a las palomas en el parque) terminó de cargarse el estado derecho y el principio de legalidad “Otra cosa es que alguna ley sea necesaria, en cuyo caso las empresas, para competir eficazmente, deben ir más allá de lo que estipula esa norma, deben obligarse a ser mejores aún", lo que resumido en roman paladino sería algo así como: cuando la empresa ha conseguido una ventaja competitiva a base de mandar a freír espárragos al empleado y lo ha convertido en proveedor de servicios (¿estamos pensando en los famosos agentes financieros, Sr. Rivero?) viene el Estado a tocar las narices con la norma (Estatuto de los trabajadores) y se carga la ventaja competitiva. Sería mejor que no existiera ninguna ley (anomía) aunque “alguna ley es necesaria”, por ejemplo la que ordena subvenciones a los bancos cuando los banqueros los saquean.
A esto lo
llamaba mi abuela decir la verdad sin tormento. Creemos que Rivero ha querido convertir
en teoría jurídico-filosófica la vieja aspiración de su Consejero Delegado de
tener empresas sin trabajadores.
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