viernes, 30 de septiembre de 2016

LA SENDA DEL TIEMPO

La senda del tiempo

Hace algunos meses (Ene.2015) el Presidente de LBK, Sr. Rivero, proclamaba a los cuatro vientos lo importante que era la Responsabilidad Social Corporativa en las empresas (RSC), una especie de rendición de cuentas del empresario no sólo a los accionistas sino también al resto de partes interesadas en la empresa, trabajadores, medio ambiente, sociedad en general e instituciones públicas, lo que viene llamándose en el argot stakeholders. Hasta ahí todo bien. Es decir mal, porque anunció que todo esto era tan importante que “Liberbank acaba de crear un departamento con el fin de seguir en la senda del buen gobierno y nunca más se supo, claro.

En Agosto de este mismo año el emérito economista, especializado en contabilidad eso sí, se ha destapado en unos cursos de verano con una teoría completamente opuesta, lo que nos hace pensar en CSICA que en lugar de la “senda del buen gobierno” tal vez resultaría más adecuado hablar de la “senda del tiempo”— ya saben, aquel tema de los celtas cortos que dice “A veces llega un momento en que te haces viejo de repente….”—, porque las boutades que se ha largado el vetusto profesor nada tienen que ver con la RSC. Son totalmente contradictorias.

No sabemos que habrá pasado entre uno y otro posicionamiento pero podría ser que el profesor Rivero ha abrazado abiertamente las teorías del Consejero Delegado, que ya se sabe que el que anda con cojos se le pegan los meneos.

En estas jornadas de La Granda Rivero se ha liado la manta a la cabeza y ha hecho una especie de mix entre el utilitarismo de hace tres siglos y el liberalismo libertario de hace uno y que podría definirse como cualquier cosa que genere valor añadido, utilidad, es buena para la colectividad, conjunto de roles individuales donde el Estado sólo hace recaudar y estorbar.

  •    "¿Qué extraño concepto es ese de 'empleado por cuenta ajena'?
  •    ¿Qué es eso de 'irse al paro'?"

se preguntaba Rivero antes de comenzar a desgranar su teoría sobre cómo deben actuar las empresas ante la situación actual. "Las empresas son generadoras de valor añadido y cada una de sus piezas, incluidos los trabajadores, deben hacer su aportación a ese objetivo", dijo, para a continuación meterse de lleno con el motivo principal de su disertación: “el empleado ya no es tal sino un proveedor de servicios”.
Ahí queda eso. 

En opinión del viejo profesor (esto lo borramos, que el título está registrado a nombre de uno que lo merecía) cuando el capitalista propietario de la empresa necesita manos para sus propios fines, ganar dinero, en lugar de hacer un contrato de trabajo pues hace un contrato de servicios “¿Y qué hacemos con el proveedor de manzanas cuando dejamos de necesitar manzanas porque queremos otra fruta?” se preguntaba, para inmediatamente contestarse: Pues cambiarlo”. Ahí es donde quería llegar él. La reflexión anterior es meramente argumentativa. Cambiarlo, versión culta del vulgar al que moleste, a tomar por culo.

Culminó su sesuda, y revolucionaria, reflexión advirtiendo que “la empresa debe retribuir a cada empleado (proveedor de servicios laborales) en consonancia al valor añadido que reporta”. Aquí se le fue la mano porque si esto fuera verdad ¿por qué él se cobra sus 100.000 eurazos llueva o haga sol?. Cuando los beneficios se despeñan (año 2012) el cobró lo mismo mientras a algunos nos quitaban la mitad de los ingresos, y cuando la cotización de la acción de LBK parece un despeñadero el sigue pillando. Consejos vendo y para mí no tengo.

Remachó la faena hablando del Estado. Debió pensar Rivero que toda esta parafernalia de cambiar los trabajadores por cuenta ajena (principio de ajenidad del derecho del trabajo que tardó en construirse unos 300 años hasta llegar a conformar una nueva rama del Derecho) por autónomos no iba a ser posible por el maldito Estado que está ahí con sus leyes tocando los co….razones. Eso que él mismo llama intervencionismo político y que califica como “el mayor enemigo de una ventaja competitiva” y que se manifiesta mediante “la existencia de normas” que sólo sirven para “reducir el margen para generar las primeras” (las ventajas).

Para rematar la faena (recuérdese que es catedrático de economía y Presidente de una entidad financiera con abundantes ayudas del Estado y no un venerable abuelo que le da de comer a las palomas en el parque) terminó de cargarse el estado derecho y el principio de legalidad “Otra cosa es que alguna ley sea necesaria, en cuyo caso las empresas, para competir eficazmente, deben ir más allá de lo que estipula esa norma, deben obligarse a ser mejores aún", lo que resumido en roman paladino sería algo así como: cuando la empresa ha conseguido una ventaja competitiva a base de mandar a freír espárragos al empleado y lo ha convertido en proveedor de servicios (¿estamos pensando en los famosos agentes financieros, Sr. Rivero?) viene el Estado a tocar las narices con la norma (Estatuto de los trabajadores) y se carga la ventaja competitiva. Sería mejor que no existiera ninguna ley (anomía) aunque “alguna ley es necesaria”, por ejemplo la que ordena subvenciones a los bancos cuando los banqueros los saquean.


A esto lo llamaba mi abuela decir la verdad sin tormento. Creemos que Rivero ha querido convertir en teoría jurídico-filosófica la vieja aspiración de su Consejero Delegado de tener empresas sin trabajadores. 

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