30/07/2018
Menéndez -
O’Leary
(una banca low
cost)
El mandatario que envió el
Sr. Menéndez a hablar con los representantes sindicales el pasado mes de junio
sufrió un lapsus calami. Dijo que el
banco no podía “ni debía” pagar sus deudas a los trabajadores de una sola
vez.
Advertimos rápidamente que lo
que pasaba es que el Sr. Ménendez, el mandante, no quería pagar. Esto,
desgraciadamente —y no es por “taparle”— está resultando cada vez más frecuente
en las empresas grandes, que no grandes empresas.
Tenemos como ejemplo ese
magnate irlandés de la aviación comercial, O’Leary, que ahora ha dejado en
tierra a buena parte de los turistas con destino u origen en aeropuertos
españoles porque su empresa RYANAIR está basada en el tráfico masivo (e
incómodo) de pasajeros, empresa que realmente consigue beneficios haciendo
doblar sus jornadas a la tripulación al mismo tiempo que directamente no les
paga.
Este irlandés desprecia a su plantilla, a las autoridades y a los pasajeros. Ese es su modelo de negocio. Califica las huelgas en “necesarias o innecesarias”, pasándose a todo el mundo por el forro. Pero tiene una cosa clara: si sus trabajadores ganan la mitad que los de sus rivales aeronáuticos, él gana el doble.
Lo demás se la sopla. Y
además lo dice. Este irlandés volador dio nombre a un estilo, a un modelo de
navegación comercial: vuelos low cost, donde los viajeros que pagan
menos (dejándose las piernas contra el asiento delantero) no se paran a pensar
que el descuento corre a cargo de la tripulación de O’Leary.
Existe un absoluto
paralelismo entre el O’Leary irlandés y nuestro Menéndez. Paralelismo en el
desprecio por clientes, por reguladores, por leyes, por Convenios, por
Sentencias del Tribunal Supremo y por los trabajadores. Menéndez no duda en
presumir de beneficios aunque éstos se deban, no a su modelo de gestión,
totalmente desacreditado, sino a haber montado un banco low
cost basado en quedarse con
el dinero de los trabajadores; presionarlos para que pague la Mutua; meter la
mano en la nómina por la cara; inventarse cuentas de resultados
con pérdidas para que sus amigos sindicalistas corran raudos a firmarle ERES, para
más tarde atribuirse éxitos que solo a una plantilla atemorizada y mal pagada
se deben.
Pero existen algunas diferencias
entre ambos dirigentes. El irlandés tiene un buen modelo organizativo y lo ha
demostrado; el asturiano ha demostrado que ni siquiera quitarle el dinero a los
trabajadores lo hace bien.
O’Leary ha inventado una aviación low cost que, aunque sea a
costa de los trabajadores, es más barata que sus rivales (por eso le tenemos
que soportar). La banca low cost de
Menéndez tiene la misma mala imagen, pero es que además es igual de cara que la
competencia.
Y otra diferencia más,
O’Leary no hace publicidad mientras Menéndez debe hacerse fotos (pagadas) junto a
excampeones del mundo de F1, financia equipos deportivos, e incluso le paga los
toros a algunos políticos “de la cuerda” para intentar disimular esa mala
imagen.
Debemos recordar a nuestro O’Leary
particular que no debe presumir de beneficios quien utiliza todo tipo de
ardides para no pagar lo que sentencian los tribunales. También se lo debemos
recordar a los sindicalistas amigos que ganen las elecciones de la Plaza de la Escandalera —donde se van librando de traslados hasta que llegue una absorción—. No tiene mérito ganar elecciones de la mano del patrón con una “lista sindical única”, algo que nos retrotrae a la Ley de
Contrato de Trabajo de 1944.
¿A que no se le ha ocurrido eso a O'Leary?. Ni eso, ni simular tripulaciones autónomas para rebajar el coste por vuelo. Tiene mucho que aprender el irlandés ese.
Ahí la escuela asturiana va por delante. Un
genio.
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